Tenía ganas de compartir con vosotros esta delicia que lo mismo puede ser postre que aperitivo. Es una de esas recetas que me apetece recrear en casa tras haberla descubierto antes en algún lugar; la casa de un amigo, un restaurante, un gastrobar ….
Me gustó sobre todo la estética y la combinación de ingredientes. De la elaboración no tenía ni la menor idea, pero creo que he conseguido un resultado bastante parecido al original. Lo probamos en casa hace unas semanas y fue un éxito total.
Guardad siempre los vasitos de cristal de los yogures. Son ideales para servir pequeños aperitivos individuales. Como la cuajada de espárragos blancos que tanto os gustó, y un montón de cosas más.
La unión de queso y dulce no es ninguna novedad culinaria; pero aquí lo que cuenta es el juego de texturas, el punto del tomate en mermelada, y el frescor de la manzana. Es un buen ejemplo de como con elementos muy básicos y cotidianos podemos recrear un entrante original y sorprendente.
Si además lo presentamos bonito, seremos los anfitriones perfectos sin habernos tomado demasiadas molestias al pie de la cocina.
Este vasito de yogur de queso con mermelada de tomate se sirve adornado con unos palitos de manzana, pero a mí me sucede que siempre me quedo con ganas de más palitos. Por eso ideé para mi yogur personalizado un acompañamiento de manzanas presentadas en bolsas de papel que recuerdan a las patatas fritas de McDonald’s, una aliciente para que los niños también se animen a probarlos.
Y pensando ya en el asunto infantil, decidí sustituir el adorno de cebollino, con el que se presenta el yogur original, por confetti de azúcar en combinación con el color de la mermelada de tomate.
El sobre de palitos de manzana fue todo un éxito, llevo dos días consecutivos tomándome la molestia de prepararlos de merienda y entregar a cada niño su sobre correspondiente. Nunca en la vida se tomaron la manzana con tanta ilusión!
Ingredientes: ( 6 vasitos )
– 150 g de queso curado.
– 2 cuñas de queso semi-curado, o suave.
– 200 g de nata líquida 35%.
– 200 de leche entera.
– 100 g de azúcar.
– Mermelada de tomate.
– 1 manzana verde.
Preparación: En un cazo poner a calentar la leche con la nata, cuando hierva separar del fuego y añadir el queso curado rallado muy finalmente. Colocar de nuevo a fuego lento y remover con unas varillas hasta que se disuelva por completo. Finalmente añadir el azúcar. Pasar por un colador fino a un bol, dejar templar un poco y meter en la nevera hasta que esté muy frío. Esta crema se puede hacer de un día para otro.
Empezamos a montar los vasitos colocando una pequeña cantidad de mermelada en cada uno de ellos. A continuación unos dados pequeños de queso suave. En ese momento sacamos de la nevera nuestra crema de queso y la batimos con unas varillas eléctricas para darle cuerpo y que quede cremoso. Si disponemos de un sifón es lo ideal pues conseguiremos una textura más espumosa y ligera.
No es ese mi caso que ni tengo sifón ni pienso tenerlo, al menos por el momento y mientras me las pueda ingeniar de otra manera.
Incorporamos la crema al vaso, yo lo he hecho con una manga pastelera, pero se puede hacer con una cuchara. Lavamos la manzana y sin retirar la piel hacemos rodajas y luego bastoncitos, adornamos el vasito de yogur de queso con la manzana y rellenamos los sobres de papel con más palitos de fruta. Entregamos un vaso y un sobre a cada comensal.
Para tomar este yogur de queso son ideales las cucharas de madera tipo picnic para restar formalidad, y es buena idea facilitar una pajita decorada en el mismo tono de los sobres, por si hay quien prefiere abordar este cremoso yogur de queso como si fuera un batido natural, con sorpresa de mermelada de tomate en el fondo.
Un aperitivo delicioso y sobre todo diferente y divertido.