Tengo un libro de recetas italianas que es una verdadera maravilla. Posiblemente alguno lo conozcáis, se llama “Il cucchaio d’argento” y es el libro más vendido en Italia en los últimos cincuenta años. Allí fue donde encontré la receta de este risotto original y diferente a los que hasta ahora había visto y probado.
En el libro no aparecía la foto, así que tenía una curiosidad enorme por ver el aspecto final de este arroz con arándanos que van soltando su zumo poco a poco. El resultado es visualmente espectacular, perfecto para sorprender a alguien con una receta diez.
Si queréis saber cómo hacer un risotto de arándanos, hemos publicado AQUI la receta; en el blog de Claudia & Julia con el que sabéis venimos colaborando. Ha sido mi propuesta para el día de San Valentín, día que en casa no celebramos especialmente.
Hasta ayer pensaba que seguramente se trataba de un día que viene bien cuando eres jovencito y te falta un impulso o disculpa para declararte a una chica. O para cuando llevas un par de meses y hay que consolidar…..Pero no, para mi sorpresa la cosa está mucho más extendida.
Tanto que ayer, que pretendíamos salir a comer fuera como muchos domingos, nos quedamos plantados; todo estaba a rebosar a costa del famoso día de San Valentín.
Así que me imaginé un montón de mesas de dos celebrando un “contigo al fin del mundo” bajo el frío y la lluvia constante que nos acompañaba.
Cuando salgo a cenar en pareja, con mi husband me refiero, solemos mantener siempre una animada conversación. Son muchos días al mes los que permanecemos separados por sus viajes por todo el mundo, así que celebramos San Valentín unas entre unas quince o dieciocho veces al año.
En su último viaje recorrió América de este a oeste, y estuvimos doce días viviendo la vida cada uno por su lado, lo cual es fantástico para tener conversaciones amenas a la vuelta.
Siempre me han dado lástima esas parejas que cenan en un restaurante prácticamente en silencio, como si ya no tuvieran nada que contarse, como si lo que hicieran fuera compartir su soledad.
Por contra, es divertido observar a quienes hacen patente ante todos que es sin duda su primera cita, se solapan las manos de vez en cuando, hablan sin parar, ni se les ocurre observar lo que sucede al su alrededor, y también me encanta ver a los que celebran primeros o segundos aniversarios, con su alianza aun reluciente, esos también hablan aunque algo menos, y también se toman la mano mientras esperan al postre, y se dicen te quiero, bajito bajito, por si viene el camarero.