Las trufas son conocidas y apreciadas desde la Edad Antigua por su profundo aroma y su gran sabor, potencian cualquier plato sencillo, como el que os traigo hoy; un plato de tagliatelle con salsa.
Para cocinar con trufa se utiliza poca cantidad, así que su alto precio no ha de ser un incoveniente a la hora de estar provisto en casa de este manjar. Fresca se conserva 10 días en la nevera, pero se puede congelar e ir utilizando a lo largo del año para exhibirla en delicadas recetas.
He probado la trufa muchas veces en restaurantes, en diferentes formas y con distintos ingredientes, pero nunca la había usado en la cocina de mi casa.
Y ha sido gracias a las chicas de Manjares de la tierra; Mercedes, Lola y Mº Jesús, que desde Sarrión (Teruel) tratan de difundir su zona como la “Capital de la Trufa en España”, que he podido conocer este fruto tan apreciado de primera mano y sufriendo alguna que otra incidencia derivada de mi ignorancia ;D
En efecto. Un 1 de febrero me llegó a casa un pequeño paquetito; había hablado con Mº Jesús no más de 24 horas antes. No imaginaba su eficiencia y rapidez en el envío de la famosa joyita de Sarrión.
Me quedé encantada con el artilugio que se adjuntaba en otro paquete, pues como blogger gastronómica me pierden los cacharritos, y me dediqué a mirarlo y remirarlo, fotografiarlo y decidir dónde lo iba a tener guardado. Empiezo a tener problemas de almacenaje. No tanto por espacio, sino porque ya no sé dónde tengo ésto o aquello.
La documentación adjunta la guardé una carpeta que tengo a tal efecto, y decidí almacenar la trufa en un lugar “fresco y seco; al resguardo de la luz” que es como de toda la vida… Y así, la tuve durante 20 días en la despensa.
Fueron días muy agitados, de talleres, viajes, eventos y post pendientes, en donde mi pobre trufa esperó muy paciente.
Juro que durante ese tiempo la tuve presente en mi cabeza. Y por una cuestión de educación, contacté con Mª Jesus para avisarle de que, aunque por cuestión de agenda no me estaba siendo posible degustar y cocinar con su trufa, la semana próxima estaría ya puesta en órbita y atravesando el ciberespacio como un meteorito.
Casi me quedo pegada a la silla cuando leo su e-mail que más que un correo era una sentencia de muerte para mi pobre trufa de la que tan orgullosa me hallaba.
Cabía la posibilidad de que le quedara aun un hilo de vida, así que la metí rápido en la nevera, localicé una bolsa isotérmica y la llevé corriendo a mi tienda Gourmet de confianza De Torre en busca de un diagnóstico experto y preciso de la situación. Iba yo en mi coche, y me venían a la mente esas imágenes en que hombres esterilizados de pies a cabeza transportan con sumo cuidado un órgano para su transplante. Me faltaba la sirena.
Milagrosamente mi trufa parecía ser una especie de “cuerpo incorrupto”, pues aun en condiciones que le fueron realmente desfavorables, presentaba un aspecto sano. Fue dada de alta y regresamos a casa.
Relaté mi periplo a Mª Jesús, que encantadora, y muy cuidadosa de ofrecer siempre la mejor calidad en su producto no vaciló ni un minuto en enviarme de nuevo otra pepita de oro negro que lleva en la nevera de mi casa, lo juro, sólo cuatro días esperando a ser cocinada con esta pasta fresca.
Ingredientes:
- 250 g de tagliatelle frescos.
- 1/2 litro de nata 18% mg.
- 5 g de trufa fresca negra de Teruel.
- Aove y sal.
Preparación:
En un cazo o sartén profunda añadimos 400 cc de la nata líquida con una pizca de sal y la ponemos al fuego hasta que hierva y engorde un poco. La apartamos de fuego y la dejamos templar. Añadimos la trufa rallada, reservando unas láminas para adornar. El artilugio que me facilitaron las chicas de “Manjares de la tierra” fue practiquísimo para laminar la trufa de forma muy fina, pero a falta de él podéis hacerlo con otros utensilios de la cocina; Un rallador, un cuchillo bien afilado….
Añadimos la trufa rallada a la nata y la dejamos reposar unos 15 minutos para que tome todo su sabor. Por otra parte hervimos en agua salada, con un chorrito de aove, la pasta fresca durante 5/7 minutos y la escurrimos y reservamos. Calentamos los 100 cc restantes de nata y los añadimos a la salsa ya elaborada para eliminar la densidad que habrá adquirido con el reposo y el enfriamiento. Removemos unos instantes y servimos inmediatamente sobre el plato de pasta.
Lo adornamos con una lámina de trufa.
No os imaginaís el aroma y el sabor. Un poema!! Y no puede ser más sencillo de elaborar. Eso sí, os recomiendo que conservéis la trufa fresca como Dios manda, en el frigorífico envuelta en papel absorbente y en un recipiente cerrado para que no se seque y no impregne todos los alimentos con su aroma. Si alguna vez enmohece, se lava con agua fría y se cepilla con un cepillo suave.
Lo que nos haya sobrado se puede congelar en un recipiente cerrado, cuando se utilice, se ralla sin llegar a descongelar según la necesidad y se devuelve al congelador la trufa restante si no se va a consumir dentro de los siguientes 7 ó 10 días.
Esta trufa es la Trufa Negra de invierno, es el fruto de un hongo subterráneo que se desarrolla junto a las raices de ciertos árboles o arbustos, como el roble, el avellano, la encina, a 20 cm de profundidad….Se da entre noviembre y marzo. El truficultor la recolecta con perros y en su punto óptimo de maduración llega a las insataciones de Manjares, donde son cepilladas, lavadas, catalogadas por peso, tamaño, forma. En el centro neurálgico de la Trufa, son capaces de hacernos llegar la trufa del campo al plato en 24 horas!