No quiero ni pensar lo que he zampado estos últimos días! Un horror del que me encuentro profundamente arrepentida; como sucede siempre.
Hemos pasado las vacaciones de Pascua entre el norte con unos maravillosos 18 grados, y la nieve del Pirineo. Y no sé donde me he puesto más morada.
En la primera parte por la cosa de que hay que aprovechar lo rico que se come por allá, y en la segunda más de lo mismo; pero además es que cuando uno practica el esquí se lanza en plancha a las cosas que aportan más calorías por la cosa de generar la suficiente energía para afrontar jornadas maratonianas ladera abajo y sin apenas descanso. Tan bien me ocupo de ésto que el saldo siempre acaba siendo positivo (más kilos).
El caso es que pese a que lo que más me gusta comer en el Valle de Arán es la carne a la brasa, la butifarra… y esas cosas ligeras, siempre dedicamos un día a cenar pizzas para que todo el mundo esté contento (ese “todo el mundo” son los niños). Nos gusta mucho un restaurante de toda la vida, y algo setentero, en el que las hacen riquísimas en su horno de leña.
No sé cómo en esta ocasión, de las muchas que he ido, me fijé en que en la carta de postres figuraba la “pizza de Nutella”. Incluso tuve la oportunidad de ver como la servían a una mesa. Aquello me pareció pantagruélico, vamos… como para reventar.
Pero me pareció una gran idea en formato mini y para la merienda.
Al fin y al cabo, pensé, no deja de ser el clásico pan con chocolate pero versionado y actualizado con la famosa crema de avellanas.
Me empeñé en aderezar mi invento de pizzas mini con cositas (pistachos, fresas) y sí, están bien ricas, pero los niños las miraron con cara de poco convencimiento con lo que fueron a parar a …
mi estómago de nuevo. Para ellos volví a hornear otras versión “sin nada más”.
Ya me lo decía mi madre, “menos es más” y lo cierto es que estéticamente, una vez terminadas, se me estaban pareciendo más a las comiditas de “la cafetería de Nenuco” que a algo presentable en la mesa.
Quizá la cosa sea según se mire, pero no me acabo de reconciliar con ellas. No sé si por que a costa del rechazo infantil me he vuelto a sentir como “Antón Zampón” (ese es otro juego; ya veís que estoy muy puesta) o simplemente me gusta una estética más sencilla y simple. La base y la Nutella.
Ricas están un rato y si en lugar de pistachos les ponéis almendras o avellanas pues fenomenal. Con escamas de sal es otra posibilidad, y siempre resaltará el sabor del chocolate.
Ingredientes:
– 100 ml de agua.
– 25 ml de aceite de oliva virgen.
– 15 g de levadura fresca.
– 200 g de harina de fuerza.
– Sal.
– Nutella.
– Pistachos, fresas, avellanas, frambuesas,
almendras… o nada de todo ésto.
Preparación:
Templamos el agua y el aceite y lo llevamos a un bol. Diluimos la levadura y añadimos la harina y la sal. Removemos para mezclar, y llevamos la masa a la mesa. La amasamos durante unos minutos, la colocamos en un plato hondo, la cubrimos con un paño y la dejamos levar una media hora en un sitio templado, alejado de corrientes.
Hacemos bolitas y les damos forma de pequeña pizza con la ayuda de un rodillo. Las colocamos sobre una hoja de papel sulfurizado en la bandeja del horno y les colocamos una cucharada de Nutella.
Las dejamos una media hora a 180º (horno previamente precalentado).
Al sacarlas añadimos otro poquito de Nutella. Nos quedarán dos texturas; la de abajo más crujiente y la de arriba más untuosa. Podemos prescindir de ese extra por supuesto…. Al margen de ello, si nos apetece las condimentamos con frutos secos y fruta fresca, todo picado eso sí muy pequeño.
Son una pizzas que me parecen muy originales para un cumpleaños infantil, incluso podemos tener preparados en boles diferentes ingredientes para añadir y así cada cual componga su pizza dulce al momento.
Una tentación y una delicia!