Soy muy fan de los macarons de Ladureé, para mí los mejores del mundo, y aunque los he visto de infinidad de sabores nunca me los he encontrado así; rellenos de helado. Me pregunto por qué, ya que es una verdadera delicia que además admite muchísimas combinaciones.
La idea de rellenar un macaron con helado me vino a la mente de forma espontánea viendo como mi hijo se zampaba un cucurucho de helado de mandarina.
Recordé que nosotros, cuando éramos pequeños, teníamos poco donde elegir; vainilla, nata, fresa y chocolate básicamente. Y recordé también el formato del “helado de corte”; barquillo, helado, y de nuevo barquillo. Un sandwich helado vaya.
Dicho y hecho. Tenía curiosidad por ver cómo se comportaba la concha del macaron, si se humedecía o si resistía bien, y sobre todo cómo resultaba la mezcla del sabor. El macaron es un dulce de almendra y azúcar, así que en principio le tenía que ir bien a casi cualquier sabor.
Probé con el de toffe, o dulce de leche. No me compliqué la vida y lo fui a comprar, aunque se puede hacer en casa; con o si heladera. Antaño no había heladeras, lo cual suponía básicamente más horas de mano de obra para conseguir el resultado que uno espera, pero todo es posible con ilusión y con ganas.
Si os estáis preguntando cómo hacer macarons en casa la respuesta la tenéis en este post: Haced clic AQUI. Os diré como anécdota que es el post más visitado de todo el blog. Todos los días hay cientos de visitas, y es que está fenomenalmente explicado con fotos y un paso a paso con el que vais a aprender la técnica a la primera y sin ninguna dificultad.
Luego no podréis parar de hacerlos!!!
Me apetecía enseñaros este bocado tan exquisito y a la vez original en una vajilla que reuniera esos mismos atributos. Y así es Cookplay , actual, delicada (el tacto es divino) y muy importante! super práctica.
Porque como ya imaginaréis, los macarons los vamos a rellenar en el momento; quizá en un aperitivo con champán, de pie, o como petit four con las copas tras una cena. En estas piezas se pueden servir uno, dos o incluso tres, y se pueden ir tomando tranquilamente sin miedo a ponerse hecho una piltrafa porque esta vajilla, con su forma de cuenco, es fantástica para eso.
Lo genial de estas piezas, que podéis encontrar en restaurantes tan afamados como el Kuma en Bilbao, Quique Dacosta en Denia, y muy pronto uno de los mejores restaurantes del mundo como El Celler de Can Roca, es que está al alcance de nuestras manos y las podemos disfrutar en casa. Igual que estos dulces deliciosos que hoy hemos preparado.
Hacer algo verdaderamente especial de nuestras cenas o reuniones de amigos, es una de las cosas que más me hacen disfrutar. Y creo que con propuestas como ésta el objetivo está más que conseguido!