Ayer me visitaron unas amigas a la hora del café y les recibí con estas galletas de mantequilla de colores pastel. Son muy fáciles de preparar, no necesitan manga ni boquillas porque la glasa se aplica con una pequeña cucharilla; eso facilita mucho la labor.
Son unas galletas divertidas, femeninas, primaverales, ideales para acompañar una charla en el jardín. Aunque debo confesar que no salimos de la cocina porque yo estaba en plena sesión fotográfica y les pareció entretenido mirar cómo lo hacía.
Hace ya algún tiempo que aprendí a hacer galletas decoradas con glasa en un curso, pero no he sido nada convencional a la hora de poner en práctica lo aprendido. He dejado de lado los modelos típicos y he seguido una línea diferente, más sencilla, dejando a un lado los cortadores de formas diversas, que los tengo pero no los uso, porque al final tiendo a las formas redondas.
Las primeras las podéis ver AQUI y las de las que más orgullosa me siento es sin duda de las galletas pintadas con escenas del libro de Principito que me parecen ideales y os las enseño AQUI. Aunque tuvieron un gran éxito las de cristales de hielo que están AQUI.
En este caso, y pensando en un café en el jardín quise llevar a las galletas los colores del césped, las hortensias y las flores de jazmín. Y el resultado ha sido tan colorido que me ha parecido oportuno bautizarlas como Flower power cookies. Qué os parece??
Ingredientes:
– 1 huevo.
– 250 g de azúcar.
– 500 g de harina.
– 250 de mantequilla punto pomada.
Glasa:
– 1 clara de huevo.
– 150 g de azúcar glas.
– Colorantes en gel verde, azul, y rosa.
Preparación: Batimos el azúcar con la mantequilla unos minutos, incorporamos el huevo y después la harina en varias veces hasta que conseguimos una masa firme y un poco quebradiza. Podemos guardar parte porque salen muchas galletas, y dejarla en la nevera.
La extendemos con un rodillo con ayuda de unas guías (yo del nº5) para intentar que la masa tenga el mismo grosor por toda la superficie. Si no disponéis de guías lo podéis intentar a ojo, tampoco es necesario buscar la perfección, nos van a quedar preciosas en cualquier caso.
Una vez extendida la masa la cortamos con un cortador redondo. El mío tiene los bordes formando ondas; podéis encontrar éste tipo sin dificultad en tiendas especializadas. Metemos las galletas en la nevera y las enfriamos durante media hora antes de hornear a 200 º durante 5 u 8 minutos justo cuando se empiecen a dorar los bordes. Aunque parezca que salen blandas, al enfriarse se endurecen y así quedan muy tiernas.
Para preparar la glasa batimos con varillas el azúcar y la clara de huevo hasta que tenga consistencia de pico duro. Colocamos la glasa en diferentes recipientes pequeños, pues necesitamos poca cantidad. Añadimos unas gotas de agua para aligerar en cada uno de ellos y removemos con una pequeña cucharita de moka. Mojamos la punta de un palillo en cada colorante para tintar la glasa. Es preferible añadir más que pasarse, pues con una cantidad ínfima es más que suficiente. Removemos hasta unificar el color.
Ya sólo queda dejar caer una gota gruesa de glasa sobre la galleta y ayudar a que se extienda un poco y tome la forma redonda con la misma cuchara o con la ayuda de un palillo. Es tan relajante dibujarlas sobre ellas como saborearlas después.
El resultado es vistoso y super apetecible. Creo que son las pastas de mantequilla más bonitas que he visto para acompañar un café!!