Soy la queen de las croquetas. Si si, durante los últimos meses me han felicitado en varias ocasiones por mis recetas de croquetas. Gracias!!
La primera vez me sorprendí un poco, la segunda dije “anda! otra vez lo de las croquetas”, la tercera no recuerdo bien como fue, pero a la quinta llegue a una conclusión; no puede ser que yo sea una superdotada con una cosa tan sencilla, lo que sucede es la gente tiene temor, aversión, pánico escénico en su casa y ni lo intenta.
No sé qué porcentaje de la población activa ( activa en la cocina, me refiero ) hace croquetas en caseras. Yo diría sin miedo a equivocarme que puede andar entorno a el 15%. Y si desciendo en la edad de la población simplemente nadie las hace!
Hemos llegado al extremo incluso de que cuando encontramos una croqueta rica y cremosa en un bar o restaurante, se nos caen las lágrimas de la emoción. Por lo general, es elaborada como receta de aprovechamiento por lo que si son de simple jamón o cocido, la procedencia del relleno genera siempre ciertas dudas.
En otras ocasiones, las menos, la croqueta es estupenda; rellenita de su jamón ad hoc, independiente, y protagonista incluso de las cartas de ciertos lugares.
Brillando con luz propia si encima las hace la madre, la abuela, o alguien entrañable. Ya la bomba.
En mi casa las croquetas las hago yo desde que tengo uso de razón. Mi entusiasmo juvenil y croquetuno me llevó a obtener rápidamente la autonomía en dicha faceta. Y así, si me apetecían croquetas ricas y caseras me las hacía yo misma sin depender de nadie.
Y la verdad, me apetecían casi todos los días.
Pese a que mi especialidad son las de queso Emmental y jamón ibérico que las podéis ver AQUI. A lo largo de los últimos treinta años… he probado muchas otras combinaciones que, no es por nada, las bordo.
Hoy os traigo esta receta; croquetas de queso Gorgonzola y nueces super cremosa.
La combinación la conocemos todos. Es un clásico en los platos de pasta, pero mira por donde que nunca la había probado en formato esférico y crujiente. La idea me la traje de un restaurante en Barcelona, en plena Rambla y a pocos pasos de barrio gótico.
Ingredientes:
-1 litro de leche.
– 5 cucharadas soperas de harina.
– Un trozo de queso Gorgonzola. Unos 100 g.
– Un puñado de nueces.
– 50 g de mantequilla.
-sal.
– Dos huevos.
-Harina.
-Pan rallado.
Preparación tradicional:
En una sartén grande y honda derretimos la mantequilla e incorporamos una taza de la leche indicada. Mientras se calienta, batimos la harina con el resto de la leche con la batidora normal. Cuando vemos que empieza a hervir vamos añadiendo poco a poco la mezcla y revolviendo al mismo tiempo de forma continua.
Notaremos que la masa se vuelve densa progresivamente hasta tomar la consistencia de la bechamel que buscamos, ni demasiado líquida ni demasiado densa, entonces podemos dejar de remover. Siempre podemos corregir el resultado añadiendo más leche y removiendo. Pero con la medida que os indico deberían estar en su punto. Tirando a suaves y cremosas.
Les añadimos el queso en trozos y las nueces picadas sin piel, o con la menor cantidad posible. Cuidado al picarlas no hagáis una masa. Yo les fui dando golpes con un mortero pero controlando que no me quedara una pasta de nuez. Salamos.
Cocemos la masa durante unos diez minutos removiendo de tanto en tanto. Rectificamos de sal si fuera necesario. Posteriormente pasamos la mezcla a un bol y lo dejamos enfriar. Yo lo cubro para que no se cree una capa dura superficial.
Una vez fría, y unos 50 minutos antes de envolver las croquetas en harina, huevo y pan rallado, pasamos el bol al congelador para que al sacarlo podamos manejar la masa al ganar cierta consistencia con el frío (es el truco del almendruco para hacer croquetas cremosas sin morir en el intento).
Con un dispensador de helados, vamos haciendo bolas perfectas que pasamos por la harina el huevo y el pan y las vamos colocando en una bandeja o tupper. A continuación las volvemos a meter en el congelador como cosa de una hora.
Se trata de un tiempo mínimo, si os viene mejor las podéis dejar congeladas para otro día. Esa es la forma de que al sacarlas y freirlas en aceite bien caliente se sellen por fuera y interior no se desparrame en la sartén, pues le va a costar alcanzar temperatura para deshacerse.
Es importante que al freírlas les demos la vuelta en el primer minuto, así creamos la costra que sostendrá el relleno. Colocar sobre papel absorbente para eliminar los restos de aceite y servir.
Yo las he presentado en estas hueveras pequeñas. Me encantan y siempre que veo algún modelo bonito lo compro. El problema es que en casa no comemos el huevo más que en tortilla, así que he visto un modo de darle salida a esta monada de recipiente que como veis se puede utilizar para cosas distintas a su uso habitual.