Es interesante saber cómo hacer el pastel vasco en casa para no verse en un apuro ante un grupo de invitados como nos sucedió a nosotros con unos americanos. Fue el verano pasado.
Como somos unos animados organizamos una paella challenge; me puse al mando y formamos dos grupos; uno la haría de pollo y verduras, y el otro de pescado y gambas. Nunca hasta entonces habían hecho nada que se le pareciera y eran unos cuantos, como veinte. Imagináis el reto?
Para los lectores más puristas decir que sí, que ya lo sé, que la paella es la paella y lo de las versiones son inventos, pero pongámonos en situación, para unos americanos que no la han probado en su vida lo importante es el festín, e imagino que les importaba tirando a poco cual es la receta auténtica.
Aquello les resultó muy autóctono, pese a estar en San Sebastián y no en Valencia. Y alucinaron un rato viendo gambas con cabeza y con la oportunidad de llevárselas íntegras a casa para cocinar con ellas. Al parecer es cosa rara de ver en América en un supermercado o tienda. Yo por mi parte aluciné con tanta gamba mutilada por ahí suelta y con mis invitados mirando la encimera como si se tratara del zoo.
El caso es que por seguir en la línea de lo auténtico y lo tradicional, cuando me di cuenta de que había olvidado por completo (con el lio del challenge) el asunto del postre, mandé a mi consorte a una de las mejores pastelerías de la ciudad en busca de unos pasteles vascos, como veinte, mientras organizábamos la cosa de los cafés.
No hubo suerte. Sí, volvió con los pasteles, pero cómo eran aquellos pasteles! Una piedra, mejor dicho, veinte piedras. Y es que ese es uno de los peligros que puede darse a la hora de hacer este postre exquisito como pocos.
Tengo que decir que nunca hasta ese día había comprado el pastel vasco fuera de San Juan de Luz, al sur de Francia, donde me encanta tomarlo mientras paseo por la Rue Gambetta. Allí los sigo encontrando rellenos de fruta que es como se hacían antaño. Hoy en día en el País Vasco se ven más los que sólo llevan crema pastelera.
De una forma u otra, lo ideal es amasarlo en casa, con una buena mantequilla casi helada. Y más viendo que la contundencia del pastel no parece ser un problema para algunos obradores…. Ejem.
Hace tiempo publiqué la versión sin fruta. Si queréis ver cómo lo hacen otros e ir probando las diferentes versiones que circulan por la red, yo os recomiendo que probéis la de Virginia con manzana y vainilla, o la de Iñaki que va con cerezas.
Este pastel se puede tomar recién hecho, templado, o frío de un día para otro incluso. Es genial cuando somos muchos porque aunque quede jugoso y tierno es contundente, así que si lo hacemos grande y de una pieza podemos obtener muchos pequeños trozos a la hora de partirlo.
El pastel vasco se puede encontrar así en tamaño grande, o en formato individual. En este último caso es más complicado acertar con el gusto o apetencia de cada uno, y al final acabaremos cortando medios pasteles para quien prefiere comer algo menos. Por eso creo que es más practico hacer un pastel grande y cortar a gusto de cada cual.