Desde el punto de vista fotográfico es uno de los bloques que ha resultado más laborioso. No sé si os imagináis el trasiego de vajillas, cubiertos, manteles, y accesorios diversos que nos hemos traído y llevado, y el trabajo para buscar las localizaciones perfectas. En fin toda una aventura.Así que me parecía divertido contaros alguna anécdota del “behind the scenes” o del “cómo se hizo”
O sea, era evidente que cantaba. Porque …. al margen de que cada uno ponga en su casa la cuchara donde le de la real gana, de toda la santa vida que la susodicha va al otro lado, con los cuchillos. De ésta y otras costumbres y formalismos trato de hablaros en el primer capítulo.
Ya no había forma humana de cambiar la maldita cuchara de lugar. Podía haber decidido repetir la sesión; y lo hubiera hecho si se hubiera tratado de mi casa, pero francamente no me veía cargando de nuevo mi coche con vasos, platos y cachivaches, y abusando de la buena voluntad de mi amiga.
La primera vez ya sé yo que le pareció un planazo, pero una repetición en plan “el día de la marmota” ….. como que no.
Así que opté por el camino fácil…. Hacerla desaparecer:
Fácil?
Después de años de práctica y aprendizaje creía tener habilidad con el photoshop, pero como os podéis imaginar si quitamos la cuchara del mantelito tenemos que “reconstruirlo” allí donde se encontraba, y ese estampado con motivos pequeñitos que tanto me había gustado, ahora resultaba sencillamente…. Endiablado.
Hay cosas que aunque uno sepa y tenga muy claro, van y se nos cuelan, unas veces tiene arreglo y otras no. Lo importante es que sirva al menos para aprender la lección.
Tanta historia y tanta historia y la mesa elegida fue otra muy diferente. No lo sé, al final me gustaba más por los colores, y porque mostrar que una toalla de rayas se puede usar como mantel me pareció más ilustrativo de lo que se puede llegar a hacer con imaginación y pocos recursos. Así que allí la tenéis, en el libro. Espero que os guste!