Llevo ya tiempo pensando en hacer cupcakes pero no acababa de lanzarme al asunto. El tema de la manga pastelera me daba un respeto considerable pues no tengo experiencia alguna en esta materia.
Esta semana que he bautizado con el ambicioso nombre de la “London week”, era la ocasión perfecta para estrenar mis boquillas de Wilton y llevar a cabo lo que para mí resultaba todo un desafío.
Y lo ha sido finalmente porque es algo que además he acabado haciendo, digamos en directo. En efecto, esta misma mañana anunciaba en redes; Facebook y Twitter que hoy haría mis primeros cupcakes y los mostraría a todo el mundo.
Qué significa eso? Pues básicamente que no hay margen de error. Una vez que uno se compromete, tiene que tirar adelante con lo que sea que salga del horno o de la manga.
Comprenderéis que hoy me ha acompañado un estado de ansiedad similiar al que uno puede experimentar en una competición deportiva. O ganamos, o perdemos.
Y por qué lo he hecho así? Muy sencillo. Es que de otra manera no hubiera sido posible. Soy una persona que cuando mejor rinde es bajo presión. Como ha sido el caso.
Y he aquí el resultado, del que me encuentro bien orgullosa.
Dividí esta tensa experiencia en dos fases. La fase “cup” y la fase “cake”. Es decir, primero había que hacer una magdalena apta para decorar; eso no parecía demasiado difícil, pero como lo haría en unos moldes nuevos que me compré en Harrods y que no tenía ni idea de cómo me iban a responder…. tenía su punto de incertidumbre.
La segunda fase, la fase cake, era la más temida. Con una magdalena perfecta en un molde ideal de la muerte, una chapucilla como copete podría dar al traste con mi objetivo cupcake.
No he hecho ningún curso ni tutorial de cupcakes aunque me encantaría, pero el sentido común me dio para suponer que lo que tenía que empezar por conseguir era una magdalena más bien planita. Y de esta forma dejar la parte de arriba para el buttercream, que es como se llama a eso, a lo de arriba.
Ingredientes:
– 4 huevos.
– 250 g de azúcar.
– 270 g de harina.
– 1 sobre de levadura Royal.
– un poco de sal.
– 125 cc de aceite de oliva.
– 125 g de mantequilla o margarina derretida.
Preparación tradicional: Batimos los huevos con el azúcar, añadimos la harina, la sal y la levadura. Mezclamos, y por último incorporamos el aceite y la mantequilla. Batimos de nuevo.
Preparación Thermomix: Ponermos la mariposa en el vaso e incorporamos los huevos y el azúcar. Programamos 5 minutos vel 3 a 37º. Añadimos la harina, la sal y la levadura y programamos 1 minuto vel 2. Incorporamos las grasas y volvemos a programar 1 ó 2 minutos a la misma velocidad.
Vertemos la masa, con ayuda de una cuchara, dentro de los moldes pero sólo hasta la mitad, para conseguir que cuando leve, la magdalena quede a ras del molde. Como véis aquí.
Temía que estos moldes fueran más decorativos que otra cosa, pero me han resultado fenomenal. Resistentes y como véis mantienen los colores después de la cocción. Algo más oscuros si quedan pero es inevitable, al menos la grasa de la magdalena no da al traste con el dibujo como me ha pasado en otros moldes.
Estos, para ser comprados en Harrods no eran demasiado caros, unas 10 libras, venían 24 y unos simpáticos pinchos con motivos londinenses.
Para el Buttercream:
– 300 g de azúcar glass.
– 80 g de mantequilla a temperatura ambiente.
– 80 g de queso crema, tipo Philadelphia.
Batimos e introducimos en la manga pastelera. Yo he usado unas deshechables de Wilton y la boquilla 1M. Se corta la punta de la manga de plástico y se introduce dentro la boquilla. Muy fácil. Luego se deja la manga sujeta con una pinza por su extremo superior en la nevera para que endurezca un poco el frosting. Como véis le he añadido un poco de tinte rojo. Si os apetece teñirlo, hacedlo añadiendo un puntito y removiendo y repetir hasta ver que alcanzamos el tono deseado.
Finalmente, vamos vigilando un poco la nevera para sacar el buttercream cuando llegue al punto de espesor que nos interese y…. manos a la obra!!!
Este copete me salió a la tercera. Reconozco que este asunto es una cuestión de maña, pero sobre todo de práctica. Así que cualquiera puede hacerlo. Y luego resulta francamente divertido. El resultado es super vistoso y os garantizo que a los niños les parece de lo más.!!
Como os dije… mi set de moldes venía con unos pinchitos monísimos de bobbies, taxis, big bens y autobuses londinenses. La monda!
Así que fue de lo más genial customizar mis primeros cupcakes. Ya sin tensiones ni incertidumbres. Prueba superada!
Os animáis vosotros??