Manu siempre me echa la bronca porque tiene la creencia infundada de que no me leo sus post. Sucedió un buen día en que andaba yo con prisas, le hice una visita de médico de esas de cinco segundos, y a modo de saludo le dejé un comentario. Error.
Ocurrió un 7 de mayo.
Creo que le escribí: “Bien Manu…. tu siempre tan internacional!” ( La receta traidora se llamaba “Scordalia” ).
No sorprendería mi comentario si no fuera porque ese post lo redactó y cocinó su compañero Fran. La receta incluía incluso unos “Franconsejos”.
Manu es muy expresivo y muy sentido, así que toda la red se enteró de mi desliz.
Recuerdo perfectamente el día porque era el #diadelpuredepatata en twitter y todos hicimos el nuestro, bueno, él no, Fran. Eso me quedó clarísimo al final de la jornada.
Y bueno, hay que decir que tenía toda la razón. La jorobé como cuando la jorobo con el móvil y en vez de decir besos digo bestias, que me pasa casi todos los días. Bueno… ésto fue peor.
El teclado del móvil o del I pad puede ser un arma de destrucción masiva si no se usa con la cabeza. Así que cuidado con esos deditos.
Pues bien, el día 2 de septiembre llamo a la puerta de Manu y me encuentro con que está la mar de contento ya que es el tercer aniversario de su blog. Y Manu es de celebrar mucho. Así que leo, y veo que me cuenta que se le ha ocurrido una idea super genial de las suyas; convocar a todos sus amigos a #cocinarunasonrisa.
Manu dice “La receta es importante pero la historia, también lo es y es mi forma de reivindicar que nos leamos unos a otros……””….”y leernos en diagonal y solo mirar fotos, no mola, así que esta vez no valdrá solo con mirar, habrá que leer ….”.
Jopetas Manu, ésto va por mi? ( pienso mientras leo… en horizontal conste ).
Por lo visto se trata de hacer una receta que te recuerde un buen momento y contarnos por qué y así hacernos reír, y por eso es #cocinaunasonrisa.
Ok.
Sigo leyendo atentamente las instrucciones para participar en su convocatoria y me encuentro con que nos dice que en el primer párrafo tenemos que ensalzar su post.
Toma! Esta si que es buena!
Me pasé un buen rato pensando como “ensalzar” el blog de Manu y que me quedara bien, vamos que no pareciera que le estaba queriendo hacer la pelota o algo así.
Me chocó la petición, pero como Manu tiene un punto de narcisista y era su tercer aniversario, podía tener lógica.
( Esperadme que ahora voy con la receta… )
Sigo.
Era tarea ardua, no porque me falten motivos para ensalzar a Manu, a su #cocinaconunasonrisa, o a su blog, pero es que nunca me habían enfrentado, y he participado en unos cuantos concursos de bloggers, a la tarea de ensalzar una entrada y que pareciera sincera y además despertara una sonrisa.
Como en su tiempo fuí por obligación una devoradora de libros, aprendí a tragármelos casi sin masticar, practicando frecuentemente la odiosa lectura diagonal, y aunque lo fundamental queda como el poso de los cafés, los detalles se pierden.
Y los detalles muchas veces son importantes.
Lo que Manu había escrito era que en el primer párrafo debíamos “enlazar”, y no ensalzar, a su post.
Por los pelos te encuentras, Manu, con un discurso sobre lo bien que haces las fotos, las pedazo de tartas que te marcas, lo requete simpático que eres y lo muchísimo que me gusta leerte. Pero en éste caso repasé la lectura, con lo cual quedé exenta de la obligación….. así que todas esas cosas chulas te las seguiré diciendo en privado como hasta ahora.
Cumplo entonces con tus peticiones y te presento unos cupcakes que cociné el otro día con una sonrisa de oreja a oreja. Una sonrisa malévola he de confesar.
Estas madgalenas tan pomposas son mi celebración particular del día de “la vuelta al cole” que para mí es fiesta nacional.
La cápsula de magdalena que claramente evoca una falda de uniforme de cuadro escocés o Tartán; que por cierto vuelve con fuerza este otoño, sobre todo en tonos rojos. Hay pocos momentos en el año que me provoquen mayor sonrisa que vivir la vuelta al colegio de mis hijos. Y sé que no soy la única que lo vive así.
Que saborea por fin un relaxing cupcake con leche, en silencio y soledad.
Ingredientes:
– 4 huevos.
– 125 g de azúcar.
– 280 g de harina.
– 1 sobre de levadura.
– 125 cc de aove.
-100 g de mantequilla.
—
– 125 g de azúcar glas.
– 2 limones.
– 60 g de mantequilla.
– 2 huevos.
—
– 250 g de azúcar glas.
-100 g de queso crema.
– 100 g de mantequilla punto pomada.
Preparación:
En primer lugar preparamos el lemond curd, pues se tiene que enfriar. Lo he hecho de varias formas, la primera vez sólo con yemas, pero he llegado a la conclusión de que me gusta más usando los huevos enteros. Mezclamos los huevos con el azúcar y el zumo de limón, batimos y cocemos diez minutos. Finalmente incorporamos la mantequilla poco a poco y reservar.
Para las magdalenas: Batimos los huevos con el azúcar, añadimos la harina, la sal y la levadura. Mezclamos y por último incorporamos el aceite y la mantequilla para acabar batiendo de nuevo. Colocamos la masa en las cápsulas dentro de una bandeja apropiada para colocarlas de forma individual y llenamos hasta la mitad, ya que nos tienen que quedar planas. Finalmente, horneamos a 180º durante 20 minutos aproximadamente, o cuando veáis que cogen color dorado.
Cuando estén frías les hacemos un agujero en el centro y las rellenamos con el lemond curd, y finalmente las decoramos con el frosting de mantequilla y queso y las adornamos con moras silvestres. Es buena idea dejar alguna dentro de la crema, y a sí luego te la encuentras.
Para elaborar el frosting os remito a mis cupcakes para meriendas muy british; aunque si tenéis previsto hacer esta receta con niños os recomiendo que ver antes cupcakes de merengue rosa donde os explico muy bien todo lo que os puede llegar a pasar si cometéis ese error; así que mejor vosotros solitos y a vuestro aire.
El Capítulo de la Scordalia con Manu y Fran me ha puesto en guardia para siempre con el asunto de no equivocarme nunca de interlocutor. Recuerdo una vez, la cara color berenjena de mi marido al colgar el teléfono tras hablar cosa de un cuarto de hora con una persona que se supone debía de conocer. El asunto es que no tenía ni idea de con quien estaba hablando exactamente. Como es muy educado no quiso hacer la pregunta de …. quien eres? así que no os podéis imaginar el surrealismo de la conversación.
Yo ahora ando un poco tensa con el whatsapp. Se me han multiplicado las conversaciones como champiñones y tengo una abierta desde la nochevieja pasada en que Ana y Antonio me desean feliz 2013. En su día les respondí y estoy segura de que los identifiqué, pero ahora mismo no tengo ni pajolera de quien son. Me acaban de decir que me echaban de menos en el blog, y que les ha gustado mi pan de cristal, les he respondido con un emoticono que se ríe sin más, así no fallo seguro. Ellos no tienen avatar, por lo que no sé nunca que cara ponen.
Así que por favor, Ana y Antonio, si me estáis leyendo, no prorroguemos esta embarazosa situación que puede acabar muy mal y dejadme alguna pista.
Haciendo pública esta declaración me siento un poco como el que va a la tele a confesar algo que en la vida real no se se atreve, entre ridícula y desahogada.
Me sentí incapaz de contestar a ese último whatsapp con un …. no tengo ni la menor idea de quien puedes ser…. Pero lo de la Scordalia no me va a pasar jamás!