La cuidad de Bilbao se ha hecho mayor y el paso del tiempo le ha sentado muy bien. Cada vez más son más los que venidos de diferentes partes del mundo se acercan a La Rioja pensando en culminar su visita luego en la ciudad del Guggenheim.
Desde el punto de vista gastronómico es una villa con grandes alicientes, desde los bares y tabernas de siempre hasta restaurantes con estrella Michelín, de los que cuenta con varios; desde el Azurmendi con tres, hasta el Etxanobe, entre otros, con una reluciente y bien merecida.
En el Restaurante Etxanobe se puede comer a la carta o elegir entre varios menús con diferentes precios.
El “menú gastronómico” que consiste en la elección libre de cinco platos y el postre, el “menú del chef” que consta de diez platos seleccionados por el propio Fernando Canales, el “menú expresión” también predeterminado con tres snacks, cuatro platos y dos postres, y el “menú emoción” que se diferencia del anterior en cuanto a la extensión; incorpora un plato más y la selección de los mismos.
Nosotros optamos por el primero, que tiene un coste de 72 euros, bebidas a parte. El más económico de los anteriores y que resultó, gracias a una acertada elección de los platos, verdaderamente fantástico. Entre ellos, no podía faltar la mítica “Lasagna fría de anchoas en sopa de tomate” que se aprecia en la imagen superior y que se lleva ofreciendo dado su éxito desde que el restaurante abrió en 1.999.
Como aperitivo no incluido en el menú el Etxanobe nos presenta dos aperitivos. Al primero lo llaman “Foielimotxo” porque lleva foie y kalimotxo, una bebida muy popular en el País Vasco. La combinación es francamente original y rica. Llega a la mesa entre humos y efectos del hielo seco como señal de que empieza el espectáculo gastronómico.
A continuación un divertido trampantojo. El “Pintalabios de sardina” que tiene como base la clásica lata de sardinas en tomate con salsa picante muy típica de la zona. Directamente se come, lo digo porque en las RRSS me han hecho todo tipo de preguntas a cerca de su “modo de uso”.
“Ajoblanco de trufas con espárragos y gambas”. Espectacular. Se trata de un ajoblanco sin ajo, pero que en su textura y sabor recuerda mucho al ajoblanco tradicional. Perfectamente combinado con los demás elementos, refrescante y delicado.
“Carpaccio de cigalas y vinagreta de panceta ahumada”. Melosas y con intenso sabor las cigalas. Un plato sublime que me tomé con mucha tranquilidad para alargarlo al máximo.
“Vieiras con salsa de coliflor, albahaca y espinacas”. El coral hecho de berberecho y mejillón. La salsa ideal resultó ser la primera, la de coliflor, la combinación es deliciosa.
“Canelón de pularda con jugo muy reducido de su carcarsa”. Un acierto decantarnos por este plato exquisito y muy fino. Estéticamente muy apetecible al igual que las vieiras anteriores que enseguida me recordaron a la paleta de un pintor.
Pese a ser invierno el día era caluroso y soleado así que nos decidimos por el sencillo “Helado de yogourt” muy cremoso y un agradable punto final a una comida de nueve, porque dejaremos un margen para repetir e ir a por el diez, con tal de volver a sentarnos a 40 metros del suelo en el Palacio Euskalduna con increíbles vistas y elegante decoración. Un acierto!