Me gusta recibir en casa y aunque trato de quedar estupendamente, me resulta del todo imposible ofrecer los “Ferrero Rocher” pese a ser considerados la máxima “expresión del buen gusto”.
Entre otras razones porque ni soy la esposa del embajador, ni tengo un mayordomo llamado Ambrosio, ni mucho menos soy capaz de comprarlos y mantenerlos por más de 24 intactos y dentro de su cajita de metacrilato. Además, me parece mucho más fácil hacer una croquembuche que la famosa pirámide de los bomboncitos dorados, y menos pasearla de un lado a otro de mi mini salón. Al menos los primeros van pegados unos con otros y no haciendo equilibrios imposibles.
Así que necesito contar con un buen repertorio de opciones fáciles y originales, con las que sorprender a mis invitados…… como por ejemplo esta crema de mozzarella con mermelada de higos.
Hace unos días me traje a casa un puñado de higos recién recogidos del campo. Mi intención era hacer una tartaleta, o algún postre muy rico y de temporada. Pasaron los minutos, las horas y los días… y mis higos comenzaron a envejecer muy dignamente, con sus arrugas y sus flacideces.
Dejaron de ser bonitos y, casi casi, dejaron de ser útiles para protagonizar ningún plato. Así que intentando recolocarlos y reciclarlos…. pensé en ellos para emplearlos en un helado.
Sin embargo he de confesar públicamente que padezco una especie de miedo escénico que me impide abordar esa tarea.
El año pasado a punto estuve de hacerlo, pero luego conocí a Joël de Papperino. Fue entonces cuando escuché por primera vez la palabra “equilibrio”. Si si, resulta que un helado ha de estar equilibrado. No vale hacer cualquier papilla con fruta, nata, azúcar y huevo. Es mucho más complicado. Un helado debe sostenerse a una temperatura que sea idónea a la vez para ser degustado sin que se nos paralicen los labios y se nos congele la lengua. Estar cremoso, sabroso y redondo.
Así que antes de elaborar un postre frío que me deje frustrada e indiferente prefiero ir a su tienda en San Sebastián; o si estoy en La Rioja a la de Andrés Sirvent en Calahorra; que es uno de los mejores heladeros del planeta.
Como me siento en cierto modo algo observada por ellos, nos conocemos y nos seguimos, no me atrevo a mover un dedo. Me entendéis verdad??
Así que una vez pelados y preparados mis vetustos higos, pensé en estrenarme con el asunto de las mermeladas. Una cosa para niños, de estas de coser y cantar, vamos.
Recordé las tostas de higos y queso que un buen día me compré por impulso en De Torre Gourmet y así fue como traje al mundo el canapé de mermelada de higos con mozzarella en crema.
No sé si será necesario que explique aquí como se hace la mermelada de higos. Quizá podáis adquirirla y combinarla con la crema de mozzarella; de esa sí que os voy a hablar. Pero es posible que entonces haya muchos higos que se vayan a la basura en las casas de cientos de personas despistadas como yo. Y entonces me sentiré responsable, si eso sucede, porque no deje escrito cómo hacerla en este post.
Así que vamos con la receta.
Ingredientes:
– Un puñado de higos, 500 g, 1 kilo, los que tengáis.
– La mitad de este peso en azúcar.
– 1 limón.
Preparación:
En un cazo ponemos los higos pelados con el azúcar y un poco de limón. La equivalencia podría ser 1 limón por kilo; así 1/4 de limón por 250 g que era la cantidad que yo tenía. Dejamos cocer a fuego suave una media hora. Esperamos a que temple y trituramos con una batidora a gusto. Si querémos más tropezones lo haremos con menos potencia y menos tiempo, y al contrario.
Ya tenemos la mermelada. Yo la coloqué en diferentes tarritos de cristal, me quedé uno, los demás los regalé tapados con una tela de algodón y una cuerdecita.
La crema de mozzarella.
Ingredientes:
– 1 bolsa de mozzarella fresca. (125g)
– 100 g de leche entera.
– 100 g de nata 35% mg.
– Sal.
Preparación: Trituramos la mozzarella con la leche y una pizca de sal hasta tener una pasta homogénea. Montamos un poco la nata con el accesorio de varillas de la batidora. Añadimos la mezcla anterior y seguimos batiendo unos segundos hasta integrar.
Nos ha de quedar una mozzarella untuosa, un poco más densa que el yogurt.
Extendemos el queso sobre unas tostas. Si localizáis estas de higos y queso sensacional. Si os apetece trastear en la cocina, también ideal sobre unas láminas redondas y pequeñas de masa brisa recortadas y horneadas cinco minutos.
Sobre la crema de mozzarella aplicáis un poco de mermelada y listo. Yo las he servido con doble base, me pareció que quedaba bien.
Y les he plantado encima un pétalo de las hortensias, ya en fase otoñal, que aun perviven en mi jardín; por darle un aspecto más campestre …. y un poco de volumen.
La combinación es estupenda, no os descubro nada nuevo, dicen que las uvas y queso saben a beso, pero he leído la misma expresión con los higos, y no sé exactamente cual es la original.
Los higos que tenía en casa eran higos verdes, pero estoy deseando hacerme con los morados, porque son muy vistosos, para hacer esas recetas que no prosperaron y que cedieron su protagonismo a este gran canapé.