“Apenas hay luz y yo con mi modesta cámara compacta y sin trípode…. estoy perdida”- pensaba mientras disparaba escéptica. Pero ahora, veo esta imagen y me gusta porque es muy parecida al paisaje que se asoma a través de mi ventana. Brumoso, nostálgico… Puro otoño.
Llevo toda la semana haciendo cosas con las moras que recogimos antes de que llegara la lluvia. Con la mermelada del otro día quería hacer un relleno que recordara a la clásica tarta de queso. Así que elaboré una crema ligera de queso y nata que acabé tomándome luego a cucharadas, la hice abundante a posta.
Como su textura era muy líquida parecía imposible extender la mermelada de mora sobre ella, así que la incorporé soltando dos o tres pinceladas y extendiéndola luego con ayuda de un palillo.
Me quedaron estos dibujos, para mi único disfrute, ya que al cerrar la tarta luego, ya no se perciben y en el corte tampoco se pueden ver.
Como los pintores que en los cuadros pintan algo que sólo ellos saben que está presente, y que es invisible para los demás.
Tenía muy claro que el bizcocho de base sería de chocolate.
Hay una fórmula que tengo absolutamente dominada y que siempre sale bien, y desde que dí con ella la he repetido mil veces.
Ingredientes:
– 4 huevos.
– 250 g de azúcar.
– 250 g de mantequilla.
– 250 de chocolate Valor en polvo.
– 250 g de Harina Santa Rita especial bizcochos.
– 1 sobre de levadura Royal.
– 200 ml de nata 18% mg.
– Una tableta de chocolate de postres.
– 30 ml de nata 35% para el chocolate.
– 75 ml de nata 35% mg para la crema de queso.
-150 g de queso crema.
– 2 cucharadas de azúcar.
Preparación:
Vamos en primer lugar a batir bien los huevos con el azúcar. Para dar aire al bizcocho y que quede bien esponjoso es mejor si por un lado montáis las claras y por otro blanqueáis las yemas, aunque no es imprescindible.
Añadimos la mantequilla en punto pomada, o sea blandita, y mezclamos bien. A continuación incorporamos la nata y finalmente los ingredientes secos; harina y chocolate en polvo y batimos todo.
Yo lo he hecho con la Thermomix en vel 3/4, pero podéis hacerlo con las varillas de la batidora o a mano con una espátula.
Pintamos el molde con un poco de aceite o bien lo untamos de mantequilla para engrasarlo un poco. Yo he hecho dos bizcochos altos y estrechos en un molde de 17 cm de diámetro por 8 de alto, y al final he puesto uno sobre otro. Los he horneado unos 45 minutos a 180º.
Una vez desmoldados, los cortamos en dos partes. Obtenemos así 4 bizcochos más delgados y tres capas de relleno. En la imagen que veis faltaría colocar el que va encima.
La crema de queso la preparamos batiendo en queso con la nata y el azúcar sin más. Cubrimos la base y le añadimos la mermelada de moras en pinceladas con una cuchara, sin necesidad de extender, luego se mezclará. Colocamos otro bizcocho encima y repetimos la operación. Así hasta llegar al último.
No olvidéis marcar los bizcochos para que al colocarlos uno encima del otro os queden en el mismo lugar y encajen perfectamente, para ello lo mejor es pinchar, en nuestro caso, 4 palillos uno sobre otro en cada capa. Al montarlo, trataremos de que nos vuelvan a quedar alineados y ya está.
Es la mejor forma de conseguir una perfecta layer cake.
En un cazo calentamos la nata hasta hervir y añadimos el chocolate removiendo hasta que esté fundido. Lo aplicamos sobre la tarta que habremos enrasado previamente retirando el exceso de crema que caía de entre las capas.
Dejamos que enfríe un poco y llevamos a la mesa.
El corte es perfecto, pero como la tarta me la llevé de viaje, preferí transportarla entera, así que tendréis que descubrirlo por vosotros mismos.
De sabor es deliciosa!