La sopa, ese plato de cuchara tan agradable para el invierno, es una de mis especialidades. Soy objetora de las sopas de sobre. Sé que son prácticas, rápidas y algunas de sabor muy logrado. Pero en mi casa tomamos mi riquísima sopa casera; nadie quiere ninguna otra una vez la han probado.
A mí me gusta la sopa de lluvia; salpicar mi caldo bien rico con motitas de pasta pequeñas. La de fideos me aburre, pero como sabéis…. tengo niños pequeños, así que la que tomamos en casa es casi siempre de letras. No sé qué le ven de divertido, pero al parecer lo es y mucho.
Reconozco que tratándose de la época de invierno no me obsesiono con hacer una sopa ligera, sino que doy prioridad al sabor y a la sensación de consistencia en un plato que es básicamente líquido. Es la forma de convertirlo en plato principal y conseguir que resulte un primero bien completo.
Ese colorcito que exhibe esta sopa auténtica se lo da un ingrediente al que no renuncio y es el chorizo; que ha de ser siempre de Asturias. Sé que en La Rioja los tienen bien buenos, pero yo estoy acostumbrada a los sabores de mi tierra y francamente son diferentes y lo noto. Así que suelo usar los de la marca “Famila”. Super sabrosos.
Para degustar esta delicia de sopa, que solemos tomar de cena, se ha de pagar un pequeño peaje. Hay un plato que necesariamente le precede. Los niños ya tienen muy asumido que para cenar este caldo exquisito, ese mismo día …… han de comer garbanzos.
A mí me gustan todo tipo de legumbres y platos de verdura, pero ya sabéis que no es lo más apetecible para muchos. Si bien reconozco el poco glamour de los garbanzos, he de decir que la sopa que les sucede es un plato sublime.
No obstante, y que quede entre nosotros, podemos elaborar este manjar sabroso y reconfortante prescindiendo de asunto de las leguminosas. Basta con emplearlas para obtener el sabor y deshacernos de ellas sin que nadie nos vea, y cuando digo “nadie” pienso más bien en la conciencia, la voz interior, y todo ese ejército de entes invisibles que me acosan cuando me deshago de objetos comestibles y como si enterrara un cadáver, susurrándome….. “eso está mal…. muy mal….. “
Creo que es un sentimiento íntimo y personal, porque en mi casa a nadie le da pena ver un puñado de garbanzos en la basura. Es más, estoy por apostar que mis propios hijos tienen la mala práctica de distraer unos cuantos cuando me doy media vuelta. Pero a mí me cuesta mucho hacerlo.
Ingredientes:
- La medida de un vaso de garbanzos.
- Un trozo de carne ( morcillo, o nerviosa),
- Una pata de pollo.
- Una zanahoria.
- 1 litro de agua.
- 1 chorizo Famila, o similar.
- 1 cucharada de sal.
Preparación:
La noche anterior, ponemos los garbanzos en un bol con agua. En la olla express colocamos los garbanzos escurridos, la carne, el pollo, la zanahoria, el chorizo, el agua y la sal. La ponemos a fuego vivo hasta que comience a hervir. Veremos que se ha formado una espuma en la superficie. Bien, la retiramos con una cuchara. En principio ésto se hace para que las legumbres queden más tiernas, pero aunque luego las fuéramos a despreciar, yo lo hago por costumbre.
Una vez hemos desespumado, cerramos la olla y la dejamos 7 minutos a presión. Pasado ese tiempo simplemente apagamos el fuego y dejamos que la olla vaya perdiendo la presión en unos minutos. La abrimos cuando esté sin presión alguna y dejamos reposar durante un par de horas para que el caldo se impregne de los sabores de los condimentos.
Como podéis comprobar, al pollo le retiro la piel. Es grasa, y en fin, ya tenemos suficiente con la que nos va a aportar el chorizo.
Una vez ha reposado, colamos el caldo a otra cacerola y añadimos la pasta que os apetezca. Hay muchas formas en el mercado. Podéis incluso seleccionar unas caracolas bien grandes, 3 o cuatro por comensal y punto. Queda muy vistoso.
Cocemos la pasta 5 minutos y apagamos. Con el propio calor se acabará de hacer.
Con la carne y el pollo podemos hacer croquetas, y con el chorizo unos pinchos con un pedacito de pan en plan castizo. O trocearlo pequeño y reservarlo para una tortillita. Con deshacernos de los pobres garbanzos y la triste zanahoria ya hemos pecado bastante.
Hablando de pecados, el otro día me reí muchísimo. No sé en qué conversación andaba yo metida con mi hija Marta, algo malo habría hecho, que le dije que había dos clases de pecados, el mortal…. y el ….. “inmortal” dijo ella rápida y segura.
Esas luchas con lentejas, garbanzos y alubias valen la pena a cambio de todas las sonrisas que son capaces de arrancarme cada día.
..” el venial Marta, el venial”….Y mira que no soy yo de acordarme de estas cosas de la religión del cole, pero lo del pecado mortal y el venial lo tengo bien grabado!
Como que esta sopa es tan rebuena que ha de serlo sin duda!!