Mi día en París comienza tomado un café y unos macarons en esta Boulangerie del barrio de Le Marais. Hay quien considera este barrio como uno de los más agradables de París cercano a la zona del Louvre. Lugar de residencia de los aristócratas del siglo XII.
Magnificos edificios restaurados, galerias, ateliers, pequeños cafés…
Era un día de diciembre, y así lucían los macaron, de color plata y dorado, como adornos de navidad comestibles!
En Ladureé también encontramos accesorios y regalos, fui moderada y me compré una bolsa de color gris, para llevar las merienda de los niños a la parada del autobús. La que veis abajo a la izquieda. Esa!
Hay un lugar muy Gourmet en Paris, que solo los locales parecen conocer. Es el Café Marly. Está en el mismo Louvre, se accede desde la plaza de la pirámide. Tiene caché. Con vistas al museo y a su exterior, se puede tomar desde una hamburguesa hasta algo más sofisticado. Yo me tomé un tartar de tomate que estaba de lo más.
El comedor es lujoso, una gran chimenea antigua, paredes de color rojo. Elegancia y glamour. Buena comida y para todos los bolsillos! Todo un descubrimiento.
Merece la pena también sentarse en su terraza y contemplar la hermosa plaza con la iglesisa de Sant Germain des Pres, la más antigua de París.
Un día completo y muy bien aprovechado, volvemos a casa para cambiarnos y sentarnos un rato a charlar en el sofá, contemplo el Boulevad Inkkerman desde una de las grandes ventanas del salón. Respiro la tranquilidad de esta zona residencial en el barrio de Neully, alejada del tráfico y el bullicio, pero a pocos minutos del Arco del Triunfo. Estamos un poco cansados pero aun nos quedan energías para salir a cenar.
Tras deliberar unos minutos, nuestros anfitriones Jean y Maria, deciden llevarnos a uno de sus sitios favoritos, un lugar muy de moda, al lado de la Torre Eiffel. Tokio Eat.
El restaurante está situado dentro de un museo en el Palais de Tokio, al lado de la Torre Eiffel. Refrescantemente moderno. Trendy. Cocina ecléctica, francesa con toques asiáticos. Parece estar situado en un gran loft pero las velas y la iluminación crean un ambiente de intimidad. Y de precio medio. Me gustó!
Se trata de un restaurante que los franceses calificarían como BO-BÓ (boheme-bourgois) es decir bohemio-burgués.Stéphane Maupain ha diseñado la arquitectura y las lamparas que parecen platillos volantes. Los reconocidos artistas Marcus Kreiss e Yvan Fayard son los creadores respectivamente de las sillas y las mesas.
Este es un lugar que no deja indiferente a quien lo visita. El servicio no me pareció a destacar. Pero la comida y la experiencia quedo impresa como una imagen de Andy Warhol en mi retina y mi paladar. Todo parecía una realidad inventada.
Este es el baño. Fui varias veces, para verlo y volverlo a ver. Me sentía como en la peli de Blade Runner, un poco en el futuro.
Al abandonar el restaurante, un soplo de aire fresco y una vuelta a la realidad, la Torre Eiffel nos esperaba fuera, reclamando su protagonismo en nuestro día intenso.
Que mejor final!